Ricas experiencias

Gema Gallardo Sánchez 21 de septiembre de 2020


Tenemos un trabajo maravilloso. Cuando conseguimos que un paciente sonría y se lo pase bien mientras trabaja, ¡siento algo tan gratificante! Cuando conseguimos que el paciente haga algún movimiento que pensaba imposible, celebro una fiesta en mi cerebro..... Una fiesta donde le invito. Refuerzo positivo a tope y ¡venga otra vez! Insisto, repito, y vuelvo a repetir.

Mis mejores herramientas educativas son, de momento, mis manos y mi voz ¡Venga, ánimo! Insisto y hago el camino mas fácil, estímulo al organismo para que me de una respuesta. Las repuestas que consigo son numerosas.... Un movimiento, una sensación, una sonrisa, una lágrima, una posición , un gesto, una palabra.

Y venga, le someto a examen y compruebo si ha aprendido y evalúo su capacidad de aprendizaje más rápida o más lenta, lo hago de forma cuantitativa pero también de cualitativa, ¡bien! o ¡regu!, mal nunca, soy yo quien le enseño... No conozco ningún logro en aprendizaje sin esfuerzo. Claro que el esfuerzo me puede gustar y mucho. Dependerá de nuestra motivación, la de él y la mía. Para motivarme yo veo vídeos, ¡hay gente tan maravillosa! Luego me someto a prueba, una bien sencilla, ¿me he cansado como él? ¡ Pero estoy tan contenta!

Debemos trabajar en ventaja biomecánica cuando hablo de aprendizaje motor, de lo fácil a lo menos fácil y siempre será fácil. Fácil, fácil, esto les sonara a los que conocen la técnica Alexander, que por cierto no me la mostró un fisioterapeuta, lo hizo la profesora de música de mi hija y mi curiosidad me llevó a buscar en Google ( ¡lo que ha hecho Google por mi!), echad un vistazo http://tecnicaalexander.es

Eso de enseñar a movernos de forma fácil fuera de los hospitales o entornos sanitarios lo hacen muy bien personas que no tienen que ver con nuestra bonita profesión, creo que nosotros también podríamos hacerlo tan bien como ellos. Voy a ampliar mi foco, a ver si alcanzo y doy un poco más de luz, sin pasarme que ya lo decían mis abuelas quien mucho abarca poco aprieta. ¡Que me voy.....!

La progresión y la secuencia de mi intervención educativa motora debe dejar huella terapéutica si quiero conseguir resultados y voy a poner al principio facilidades. Si tengo que cambiar la silla donde se sienta o cambiar la orientación de su cama, o adecuarle un asiento o ponerle marcas en el suelo, en la pared o en su cuerpo, pues lo hago. El caso es dejar pistillas de mi presencia, que el fisioterapeuta se note.

Que seamos como una fragancia de las buenas, ¿aquí ha estado Gema? Y no, no es por darme importancia, es que quiero que él se acuerde de lo que le he dicho y de lo que le he hecho todo el rato, y no me evapore en cuanto me alejo diez metros. Hablo en masculino porque escribo este post poniéndole cara a ese paciente, y se trata de un hombre joven, pero con las mujeres también funciona y con los niños y con los mayores. ¡Qué gustazo! ¡Qué buen sabor de boca!