¿Interesa que nuestros pacientes estén informados?

Luis Bernal 29 de octubre de 2018


En nuestro trabajo diario podemos encontrarnos con todo tipo de pacientes que viven su patología (independientemente de la gravedad de la misma) de forma muy distinta. Desde el paciente que se quita el cabestrillo de miembro superior a los 4 días de una grave cirugía por que "le molesta para dormir o para ponerse el abrigo", hasta el paciente deportista que busca información y referencias de todo lo que le sucede, su posible evolución, las distintas vías de tratamiento y de cirugía, etc. Aquí debo hacer un inciso, respecto a los deportistas, generalizar siempre es malo -incluso en esta última frase- y además injusto y subjetivo, pero "retratando" arbitrariamente a este tipo de paciente, creo que nos hacemos mejor una idea de lo que quiero expresar.

La cuestión de esta entrada es ¿Nos interesa que los pacientes se informen de su patología, nos consulte, busque otras opiniones? ¿Todo esto nos ayuda en nuestro tratamiento o por el contrario lo entorpece y mina la confianza entre fisioterapeuta y paciente?

Difícil cuestión y más difícil respuesta. Lo políticamente correcto es contestar que SÍ, que nos interesa que el paciente consulte y se preocupe de su patología; así de esta forma, se involucrará más en su tratamiento, realizará los ejercicios que le indicamos y evitará todos los movimientos que le hayamos contraindicado. Esta es la teoría, pero seguro que podemos pensar que la realidad es bien distinta, puesto que a nadie le gusta recibir críticas, quien diga lo contrario miente (¡Vaya! he vuelto a generalizar).

Podemos llegar a sentir todas estas preguntas del paciente como intrusismo en nuestra profesionalidad. Es fácil que el paciente pase de preguntarse cuestiones relativas a su patología, a cuestiones relativas a nuestro tratamiento: Por qué le hacemos esa movilización, por qué le aplicamos esa técnica, ¿has oído hablar del tratamiento x?, ¿Por qué no me aplicas x aparato de electroterapia? etc., a las preguntas "lógicas" sobre su evolución y el tiempo que tardará en estar recuperado al 100% se pueden unir preguntas que nos incumben directamente como profesionales.

A estas alturas debemos dejar una cosa clara y que he remarcado de forma intencionada (y equivocada) en el párrafo anterior: la patología es suya, es del paciente; pero el tratamiento no es nuestro, es compartido. El paciente tiene derecho a saber sobre su tratamiento (nos obliga la ley) pero creo que además tenemos la obligación de hacer un esfuerzo extra con los pacientes que quieren informarse "a toda costa", y aunque inicialmente no tengamos todas las respuestas, debemos buscar en cuantas fuentes de información sean necesarias para responder esa curiosidad sana del paciente. Como profesionales que somos no debemos sentirnos avasallados por estas cuestiones, al contrario, es un acicate para poner en práctica nuestro espíritu vocacional -que se nos da por hecho al ser profesionales sanitarios-. Tenemos además dos ventajas sobre el paciente: por mucho que se haya informado sobre su patología en concreto, nosotros contamos con todo un arsenal de conocimiento relativo a muchas materias sanitarias y con un análisis crítico de la información que podamos encontrar (especialmente en internet) que nos debe hacer discernir con cierta facilidad aquello científicamente relevante y aplicable a nuestro paciente, de lo que es paja y debemos apartar sin perder más tiempo en su estudio.

Es muy fácil pensar que el paciente nos está evaluando y que nos pone a prueba. No debemos cruzar esa frágil línea mental que nos hace pensar que un comentario del paciente pasa de ser una crítica profesional a ser una crítica personal. Si llegamos a ese punto, tanto fisioterapeuta como paciente seremos conscientes de la nueva situación y el resto de sesiones de tratamiento puede volverse un calvario para ambos.