Cursos online para fisioterapeutas ¿buenos, bonitos y baratos?

Luis Bernal 21 de enero de 2019


La Fisioterapia, como ciencia sanitaria parece tener dificultad en adaptarse a la realización de cursos online con cierto aprovechamiento y calidad del curso. Esto es debido al carácter eminentemente práctico de nuestros estudios y a la pésima calidad y paupérrima implementación de los cursos online desarrollados hasta el momento (al menos, los que un servidor ha realizado y han sido varios). Voy a intentar exponer cómo son los cursos actuales que encontramos online para fisioterapeutas, cómo el problema de la evaluación del curso -especialmente cuando existen certificados que deben justificar su finalización- se está realizando (mal) hasta ahora y, por último, cómo creo que deberían realizarse los cursos online para fisioterapeutas aunando profesionalidad y calidad tanto en la parte teórica como práctica.

Cómo son la mayoría (por desgracia) de los cursos online que encontramos actualmente

Hemos de distinguir en primer lugar los cursos sobre técnicas de tratamiento en Fisioterapia, del resto de materias que entran dentro del radio de acción de la Fisioterapia pero no son técnicas. Es decir, cursos sobre investigación en Fisioterapia, Fisioterapia basada en la evidencia, bioética, estadística, ofimática, competencias digitales... campos que no siendo propiamente técnicas de Fisioterapia, debemos conocer y manejar. Y por otro lado, tenemos los cursos sobre técnicas específicas de tratamiento en Fisioterapia. De este segundo tipo de cursos ni he encontrado ni he realizado ninguno online. Son aquellos que pueden suponer un problema a la hora de resolver la realización de las clases prácticas (hasta ahora siempre presenciales) de manera satisfactoria y de lo que hablaremos en la 3ª parte de esta serie.

Aula virtual de la UOC, ejemplo de cursos online bien implementados:

De la primera tipología que no requieren clases prácticas he realizado varios. Siendo estos cursos mucho más sencillos de implementar y ejecutar en cualquier de las plataformas educativas existentes: Moodle, Claroline, LAMS, Blackboard, etc. se siguen realizando mal, desconozco si es por ignorancia de las posibilidades que ofrecen las plataformas educativas informáticas o simplemente por dejadez (como casi todo en la vida, es mucho más fácil y se tarda menos haciéndolo mal). Seguro que si habéis realizado algún curso de este tipo os sentís identificados con esta metodología.

El curso consiste en varios PDF que tenemos disponibles desde el primer día del curso para su descarga o que, en el mejor de los casos y en un alarde de modernidad, nos van dosificando semana a semana o quincena a quincena. ¡Señores que diseñan cursos! No necesitan una plataforma como Moodle para subir archivos PDF, súbanlo a su Dropbox y compártanlos con sus alumnos: no se notará la diferencia. O mejor aún: envíenlo por correo electrónico o todavía mejor, por correo postal impreso en papel para ahorrarle ese trabajo al alumno que no tiene una tableta digital: hagan todo esto, pero no lo llamen curso online.

Cuando un curso se realiza mediante PDF, se pierde gran parte de la riqueza que la plataforma educativa nos puede ofrecer:

  • El curso se vuelve plano y lineal. No hay vías alternativas de estudio, de poder saltar libremente (dentro de un orden o limitaciones que el temario de estudio nos puede imponer) nos vemos obligados a seguir un avance lineal del curso, tema a tema, sin posibilidad de escapatoria. Tampoco podemos profundizar más en un tema que nos interesa estudiando material que la plataforma online pone a nuestra disposición como ampliación de materia pero sabiendo que "no entra en el examen".

  • No hay multimedia: ni videos ni audios y, en algunos casos ni fotos, que enriquezcan y complementen al texto (siempre y cuando estos elementos multimedia estén bien utilizados y sean pertinentes).

  • No se puede evidenciar el progreso del alumno: No existen preguntas al final de cada lección o de cada página que el alumno deba responder. En los sistemas informáticos estas preguntas a pie de página y de obligatoria respuesta se encuentran ahí para indicarle al sistema a través de la/s respuesta/s del alumno si ha comprendido la lección (mediante una breve evaluación) y de ser superada nos informa del porcentaje de lección que ya llevamos recorrido. Esta retroalimentación al alumno y al profesor que evalúa el curso no existe en el PDF: ya no sabemos si el alumno ha entrado 10 veces o 2 al sistema, si ha hecho la misma lección una o ninguna; desconocemos su ritmo de conexiones (varias lecciones juntas el mismo día y luego semanas sin hacer nada o, por el contrario, se aplica a avanzar de manera más homogénea durante todo el tiempo marcado por el curso).

Otra de las grandes limitaciones es que en muchas ocasiones no existe una aplicación de contacto con el profesor del curso para poder exponer dudas, ni siquiera un buzón de correo electrónico o lo que sería más eficiente: un foro del curso donde todos los alumnos pudieran preguntar sus dudas y ser respondidas, en ocasiones entre ellos mismos, y en otras ocasiones por el profesor; pero visibles las preguntas y respuestas a todos los alumnos (huelga decir que esto no se puede hacer en un PDF).

De la misma forma, tampoco "socializamos" con el resto de compañeros que realizan el curso con nosotros porque en la mayoría de los casos, la plataforma no permite que sepamos si hay otros estudiantes que realizan el curso con nosotros ni encontramos una forma sencilla y efectiva de ponerse en contacto de forma común; así la sensación de aislamiento y soledad (frente a los PDF descargados) se maximiza. En cursos cortos no suele ser un problema, pero en cursos de duración media y larga puede suponer una tasa de abandono importante.

Las referencias al terminar la lección en un curso online, deberían ser un enlace a una página mejor que la referencia a un libro escrito en el PDF. El libro no lo tendremos accesible en ese momento, pero para llegar a una web basta con pulsar en su enlace.

En conclusión: una plataforma educativa con muchos recursos posibles se acaba convirtiendo en un reservorio de documentos PDF que degradan un curso online de Fisioterapia a la realización de unas lecturas sin supervisión y sin posibilidad de resolución de dudas.


La problemática de la evaluación del curso en línea

Los principales problemas en los actuales métodos de evaluación de los cursos online son dos: la correcta identificación del usuario (estudiante) que está realizando el curso y el examen; y la elaboración e implementación del propio examen en sí. La evaluación de un curso online, en especial cuando la titulación obtenida faculta a un determinado personal sanitario (fisioterapeuta) para la realización de técnicas de tratamiento es una cuestión capital y comienza con una correcta identificación del estudiante que ha realizado el curso y se dispone a realizar el examen final.

Actualmente la forma de identificarse frente a un sistema automatizado sin intervención humana, sea este una plataforma educativa, un cajero automático, nuestro móvil o la entrada a la sede de la CIA en Virginia, se basa en los siguientes métodos:

  • Lo que uno tiene: puede ser un "pinchito" USB que faculta para acceder a un ordenador, un token RSA, una llave digital, un DNI electrónico, etc.

  • Lo que uno sabe: generalmente una contraseña, la combinación de nombre de usuario y contraseña es la forma más habitual de identificación digital.

  • Lo que uno es: el iris, las huellas de los dedos, los patrones faciales, las venas de las manos o cualquier otra característica o patrón biométrico que identifique a una persona de forma individual y precisa.

  • Lo que uno es capaz de hacer: por ejemplo un patrón de escritura determinado.

  • Una combinación de dos o más de estos elementos: por ejemplo es usual utilizar el DNI electrónico (lo que uno tiene) con una contraseña (lo que uno sabe); así la pérdida del objeto que permite el acceso al sistema no hace que la persona que lo encuentre tenga el paso franqueado al desconocer el segundo elemento (la contraseña).

El problema de la validación de los estudios y la evaluación de un estudiante online radica en la imposibilidad de saber si realmente el estudiante es el que ha realizado el curso y el que ha hecho la evaluación. Los métodos de identificación actuales se limitan a "lo que uno sabe": nombre de usuario y contraseña, por lo que la suplantación (cesión) de identidad es factible.

El segundo problema estriba en la escasa preocupación de los profesores/editores del curso por elaborar un examen de evaluación serio, ajustado al temario, con preguntas razonadas y, sobre todo, con preguntas aleatorias seleccionadas al azar. Parece ser que se toma el examen como un mero trámite que esperan que todos los estudiantes superen. Un ejemplo: en el último curso online que he realizado, se trataba de responder 60 preguntas de test, se podía realizar dos intentos de superar el examen y, en ambos casos, las preguntas eran las mismas (aunque variaban el orden de presentación). Por supuesto, tras el primer intento, mostraba los errores y cuáles eran las respuestas correctas, con lo que sólo hay que anotarse esas respuestas, iniciar de nuevo el examen y, esta vez sí, responder con un acierto si queremos incluso del 100%. Queda claro que este sistema de evaluación permite aprobar sin tan siquiera haberse leído el material del curso, es más, se puede aprobar, aunque el examen estuviera en chino mandarín.

Para que sea efectivo y fácilmente evaluable las preguntas pueden ser de opción múltiple de respuesta o de Verdadero/Falso; no es necesario que sean respuestas de desarrollo que hay que corregir a mano, ralentizando todo el proceso (y requiriendo el concurso de un profesor para su evaluación). Es lógico que las preguntas cambien de orden, y que las respuestas también dentro de cada pregunta se muestren aleatoriamente; pero no es de recibo que si el examen lo componen 60 preguntas, todas ellas formen parte de las dos oportunidades de examen. Es mucho más lícito realizar un examen con 30 preguntas (reduciendo también proporcionalmente el tiempo para la realización de la evaluación) y dejar al sistema que elija aleatoriamente entre las 60 que tiene introducidas, de esa forma tendremos muchas posibilidades de que las preguntas repetidas en cada iteración del examen no sean demasiadas, aumentando la validez del sistema de evaluación del curso. Es más, como cabe la posibilidad de que varias personas en un mismo centro de trabajo o estudio realicen el curso, es aconsejable proponer una proporción de un 20 o 25% de preguntas en el examen respecto al total de las que puede elegir el sistema. Así, si el examen es de 30 preguntas, no sería descabellado que el sistema pudiera escoger esas 30 preguntas de forma aleatoria entre un total de 120 a 150.

La calidad de las preguntas también es importante, por el hecho de tratarse de preguntas de test no tienen que limitarse a un valor, o la respuesta correcta no debe aparecer espontáneamente ante nuestros ojos tal como lo hace en los apuntes. Se pueden proponer varias preguntas de razonamiento (objetivas pero razonadas) que sirvan para evaluar también esta parte de la inteligencia del estudiante y no únicamente la memoria.

De los dos problemas planteados: la elaboración del examen y la suplantación de identidad, el primero tiene fácil solución; pero el segundo, con las herramientas y medios actuales se hace inabordable. Por tanto, aunque la realización de un curso online nos permita libertad de tiempos y horarios para su realización (con el consecuente ahorro en desplazamientos y la facilidad de adaptarse a cualquier actividad laboral y familiar); la evaluación para ser 100% segura requiere que sea presencial, necesitamos desplazarnos al centro de examen y realizar allí la evaluación frente a un ordenador asignado o incluso ya de forma tradicional con lápiz y papel.

El gran inconveniente es que si la plataforma donde realizamos los estudios está implantada a nivel nacional (o aún peor internacional), o existen varias sedes para realizar los exámenes o puede suponer un serio trastorno para los alumnos que deben desplazarse desde los puntos más alejados.


Cómo deberían ser los cursos online

Aunque los cursos online pueden tener diseños muy distintos, hay elementos comunes que no pueden faltar:

  • Curso dividido en lecciones y temas: si es posible con libertad de itinerario por parte del alumno y mediante un mapa de localización conceptual, que haga saber al estudiante en cada momento dónde se encuentra, lo que lleva realizado y los temas que faltan por estudiar.

  • Existencia de temas de ampliación, o al menos, enlaces de referencia a otros sitios web, de forma que el alumno pueda aumentar conocimientos sobre aspectos que le interesen especialmente, a pesar de que éstos no sean objeto de evaluación.

  • Preguntas de test al final de cada tema: preguntas variadas y evitando que se repitan mediante un buen almacén de preguntas y respuestas aleatorias. La inclusión de preguntas razonadas es también necesaria.

  • Existencia de elementos multimedia: audio, video, imágenes, tablas y gráficos. Todos estos elementos deben ser pertinentes al estudio, no incluirlos simplemente por estética.

  • Si el curso está dividido cronológicamente en lecciones, el profesor deberá ser un elemento dinamizador que ayude al estudio y retroalimente al alumno para cumplir adecuadamente los plazos marcados en el itinerario docente.

  • Monitorización de la evolución del estudiante tanto por respuestas dadas a distintos test existentes en el itinerario del curso, como mediante la estadística de accesos y tiempos de conexión que nos puede proveer el sistema informático.

  • Existencias de foros de discusión y debate donde alumnos y profesores puedan estar en comunicación directa y plantearse y resolverse dudas.


Pero ya indicaba anteriormente que los cursos de especialidades sanitarias en general y los dirigidos a fisioterapeutas en particular contienen una carga práctica que, si bien puede ser introducida, explicada e incluso comentada de forma online por los estudiantes del curso, requiere de clases presenciales para llegar a una total comprensión de la técnica. Por ello, abogo por cursos para fisioterapeutas que incluyan en su parte online la teoría y la práctica (mediante imágenes, vídeos y voz en off explicativa); y que además cuenten con una parte presencial donde se refine la aplicación práctica que el alumno ha aprendido mediante el aplicativo informático y, además se produzca la evaluación del curso

Lógicamente, la clase o clases presenciales merman las ventajas que aporta el curso online: libertad de horarios, libertad de tiempos y ausencia de desplazamientos; por ello se debe intentar minimizar su impacto, acumulando todas las prácticas en una o dos sesiones (no debe ser un gran problema avanzar rápidamente en el temario práctico cuando el alumno ya ha leído, visto e incluso podido practicar las técnicas que vamos a reafirmar de forma presencial), seguidas -si es posible- por la evaluación presencial del alumno, para evitar la problemática que implica actualmente la correcta identificación del estudiante por medios informáticos a distancia. No debemos tildar las clases presenciales como una molestia, muy al contrario, son imprescindibles para un curso de calidad, pero hemos de reconocer que implica aspectos negativos de los que el curso online esta libre, como ya dijimos: desplazamientos y ataduras horarias.

Sobre la evaluación hay que observarla desde dos vertientes: al resultado de la evaluación presencial del alumno, debe añadírsele el resultado de la evaluación online: suma del resultado de las evaluaciones parciales y test realizados en las distintas lecciones; y de la estadística de los tiempos de conexión y estudio de las lecciones por parte del alumno.

Una última reflexión: los buenos contenidos y el buen profesorado son los que hacen bueno a un curso, sea este online o sea presencial. La tecnología es un medio para conseguir un fin, nunca es un fin en sí mismo, pero es un medio importante y que puede marcar el valor del curso: una magnifica interfaz y una buena presentación no harán mejorar un curso mediocre, pero una interfaz pobre o mal diseñada puede hundir un curso potencialmente bueno.