Sobre los factores que causan dolor a los escolares

Juan Antonio González García 15 de noviembre de 2012


La escuela es el lugar donde los niños aprenden, fuente de satisfacciones, pero también de preocupaciones. Y entre esas preocupaciones la recurrente cuestión nada baladí de la carga que nuestros hijos y estudiantes acarrean cada día a su centro educativo.

En el trasfondo de esta cuestión está la preocupación lógica por las consecuencias que una carga con sobrepeso puede tener sobre la salud, del que la transporta en general y sobre el niño o adolescente en particular. La peculiaridad del estudiante de primaria y secundaria es que su cuerpo está en desarrollo y se puede pensar que las tensiones mantenidas y/o repetitivas pueden desencadenar alteraciones de consecuencias sustanciales para el futuro.

Pese a que lo natural es pensar que la sobrecarga percibida al ver a los niños y adolescentes con sus mochilas y carteras puede ser fuente de dolor, molestias e incluso alteraciones estructurales, este asunto no ha sido tratado con profundidad en muchos estudios. Además, los datos obtenidos han sido en ocasiones contradictorios, lo que por un lado genera incertidumbre y por otro cuestiona algunas de las creencias firmemente asentadas entre padres y profesores. Los criterios de dolor de espalda heterogéneos o la dispersión de algunos de los datos obtenidos (como relación entre peso de la mochila y peso corporal o la edad de los participantes) no ayudan a la solidez de las conclusiones de muchos estudios.

En cualquier caso, parece que hay cuestiones poco discutidas, aceptadas con mayor o menor amplitud o constatadas por estudios. Conviene como padres, maestros o gestores de la educación tenerlas en cuenta a la hora de la prevención del dolor de espalda. Así, el dolor de espalda en la juventud puede ser un factor de riesgo en la adultez. En distintos estudios transversales o de prevalencia se comprueba, pese a la dispersión de los datos, la elevada presencia del dolor lumbar entre estudiantes, con cifras de más del 30% de la población estudiada hasta más de los 70 %, cercanas a los valores de los adultos.

Se ha publicado, con respecto a las carteras escolares, la influencia de subir escaleras, tiempo en que se permanece de pie o carga de la mochila dentro del centro educativo. Otros factores a considerar son el tipo de cartera (de tirantes o mochila, de asa o de ruedas), la forma en que se lleva (sobre los dos hombros o sobre uno, en bandolera), la distancia hasta el centro, si se va en vehículo o caminando. Una de las preocupaciones más presentes es la magnitud del peso que transportan los alumnos, tanto en términos absolutos como relativos al peso de los mismos.

En agosto de 1996 el Ministerio de Educación de Austria decidió que el peso de las carteras no debía exceder el 10 % del peso del niño o adolescente. Esta medida se viene aceptando en los diferentes foros de discusión, aunque no haya pruebas científicas de su exactitud. De hecho, existen estudios que cuestionan la relación del peso de la carga con la presencia de dolor de espalda.

Cuando hablamos de dolor de espalda o de otras partes del cuerpo de nuestros hijos y alumnos, se han planteado como factores de riesgo la cantidad de tiempo que se pasa viendo la televisión, la práctica intensiva de algunos deportes, el sedentarismo, los antecedentes familiares, lesiones previas, el género (parece presentarse una mayor prevalencia del dolor lumbar en las estudiantes), el medio en que se vive (urbano o rural) o, más que factores físicos, factores psicosomáticos (sentirse cansado sin motivo, dificultad para dormir, etc.). Desde el punto de vista de la planificación educativa también se ha sugerido la influencia del mobiliario (muchas veces demasiado homogéneo para edades y tamaños diversos); de la disponibilidad de taquillas para los libros en la escuela; de la fragmentación del material didáctico en fascículos; de la jornada escolar (los alumnos con jornada continua puede llevar más peso) o de las tareas que se mandan para casa (el profesor a veces no tiene en cuenta el traslado de libros que puede suponer).

En definitiva, el origen de los problemas musculoesqueléticos de los escolares es multifactorial y necesita de un estudio más profundo. En cualquier caso, la adquisición de hábitos de transporte y ergonómicos en general sería beneficioso para el presente y el futuro laboral del estudiante. La disminución y redistribución de cargas o la planificación curricular pueden ser objeto de mejora en aras de la salud de nuestros hijos y alumnos.

En este problema el abordaje debe darse desde distintos ámbitos en sinergia: profesores, padres, administraciones, otros organismos públicos y privados, sociedades científicas, colegios profesionales, editores de libros de texto, y, cómo no, los propios alumnos. Así, como ejemplos, está la iniciativa del Colegio de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid Prevención de Escolares, que de una manera amena informan sobre hábitos saludables y preventivos. Muchas de las posibles causas de los dolores del niño y adolescente son modificables, y, desde una lógica sencilla, parece que encararlas sólo puede tener efectos beneficiosos para los futuros adultos.